¿Quién de aquellos que tengan hijos o nietos no ha sentido un pequeño pellizco en el estómago, al ver a su "gente menuda" enfrentarse a una prueba en público?
Esa fiesta de fin de curso, esa obra de teatro... qué ilusión!
Tu, casi más que ellos mismos esperas que salgan airosos, que lo hagan lo mejor posible.
Se que hay niños que a su edad ya saben interpretar largas piezas al piano. Pero en el caso de Alex, apenas si lleva un par de clases y eso es lo que me emociona.
El piano que tiene en casa es el que le regalamos a nuestra hija y yo soñaba, con que algún día él, mi nieto, deseara tocarlo y al fin esto parece que se está haciendo realidad. Ha mostrado interés por aprender y este es un primer paso.
Por cierto, lo que me pone la "lagrimita" es esa reverencia final a su -ruidoso- público. Orgullo de abuela...
1 comentario:
Un click, un comentario en flickr, hace tres horas. ¡Un descubrimiento!.
Abuela Pinocho me tienes fascinada.
Te dejo el comentario en esta entrada que es alegre y tierna.
Es fundamental que un artista salude con elegancia a su entregado público :)
Losrodri en Flickr (yo soy larodri)
Perdón por la intromisión en este blog
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